¿Alguna vez trabajaste con un jefe realmente pésimo y se preguntó cómo diablos lograron obtener un puesto gerencial?
El Principio de Dilbert explica que las empresas tienden a trasladar a los empleados incompetentes a funciones de gestión, de modo que ya no forman parte del flujo de trabajo y no pueden causar tanto daño. Solo piénselo: ¿preferiría que lo operara un cirujano cardíaco incompetente o que administrara la clínica?
“Dilbert”, creada por Scott Adams, es una tira cómica bastante famosa (estoy bastante seguro de que la has leído en algún momento de tu vida). En una serie de caricaturas publicadas a lo largo de la década de 1990, acuñó el término. El concepto tuvo tanto éxito que en 1996 se creó el libro “El Principio Dilbert”, que tuvo mucho éxito y llegó a vender más de un millón de copias.
Como dijimos anteriormente, el Principio de Dilbert enfatiza que los empleados incompetentes son promovidos intencionalmente para evitar que causen daño (mucha gente no estará interesada en esto). Pero aunque suene a broma, el Principio de Dilbert está bien fundamentado. Según el autor, los ascensos se darían a los empleados porque los altos cargos tienen muy poca relevancia en la producción de la empresa, y la mayor parte del trabajo productivo lo realizarían personas que ocupan puestos bajos dentro de la empresa. Por lo tanto, promover a las personas menos productivas a puestos superiores evitaría que se interpongan en el camino de los trabajadores que sí ofrecen un buen desempeño y estos trabajadores son los que hacen que la empresa siga adelante.
Como puedes imaginar, ya pesar de su éxito, el Principio de Dilbert tiene muchos críticos que piensan que este principio solo tiene valor para divertirse. Sin embargo, también hay algunos directivos que piensan que este principio está mucho más presente en las empresas de lo que la mayoría de la gente piensa.
Y tu, tienes un jefe que te haga preguntarte ¿Cómo diablos llegó a ese puesto?