El 14 de agosto de 1936, dos niñas fueron atacadas mientras dormían en su casa en Pueblo, Colorado. Tanto Dorothy, de 15 años, como su hermana Barbara, de 12 años, fueron golpeadas por un intruso con lo que se creía que era un hacha. Dorothy, quien también fue violada, murió por el ataque mientras que su hermana Barbara sobrevivió.
Doce días más tarde, un hombre de 23 años llamado Joe Arridy fue arrestado por vagancia (quedarse ilegalmente en áreas abandonadas debido a la falta de vivienda).
El sheriff del condado estaba al tanto de la búsqueda generalizada de sospechosos en el asesinato.
Cuando Arridy reveló bajo interrogatorio que había viajado a través de la ciudad en tren después de salir de Grand Junction, Colorado, el oficial comenzó a interrogarlo sobre el caso de asesinato.
Arridy le dijo al oficial que él fue quien cometió el crimen después de ser interrogado durante horas. El oficial lo arrestó solo para descubrir más tarde que el verdadero sospechoso había sido encontrado. Pero Arridy todavía decía que él fue el que cometió el asesinato a pesar de que el verdadero sospechoso confesó que Arridy no había participado en el crimen.
Luego se descubrió que Joe tenía una incapacitación mental, con un coeficiente intelectual de 46 y la mente de un niño de 6 años. Pero debido a su confesión, lo arrestaron de todos modos.
Los estudios realizados desde entonces han demostrado que las personas de capacidad mental limitada son más vulnerables durante los interrogatorios y tienen una mayor frecuencia de hacer confesiones falsas.
No había evidencia física en su contra. Barbara Drain, la hermana sobreviviente, había testificado que Frank Aguilar (sospechoso real) había estado presente durante el ataque, pero no Arridy. Ella pudo identificar a Aguilar porque él había trabajado para su padre.
Mientras estaba preso en el corredor de la muerte durante el proceso de apelaciones, Arridy a menudo jugaba con un tren de juguete, que le dio el director de la prisión Roy Best. El director dijo que Arridy era “El prisionero más feliz en el corredor de la muerte”.
Era muy querido tanto por los prisioneros como por los guardias. Roy se convirtió en uno de los partidarios de Arridy y se unió al esfuerzo para salvar su vida.
Dijo de Arridy antes de su ejecución: “Lo mas probable es que ni sabía que estaba a punto de morir, lo único que hizo fue felizmente sentarse y jugar con un tren de juguete que le había dado.”
Para su última comida, Arridy pidió helado. Cuando se le preguntó sobre su inminente ejecución, pareció estar confundido. No entendía lo que significaba la cámara de gas, diciéndole al director: “No, no, Joe no morirá”.
Se informó que sonrió mientras fue llevado a la cámara de gas. Momentáneamente nervioso, se calmó cuando el director agarró su mano y lo tranquilizó. Y así fue que terminó su vida.