Escape

La luna marca el contraste en la punta de los árboles y es la única fuente de luz que ilumina el bosque en este momento, además de las linternas que se ven a la distancia. Descalzo y vistiendo solo un par de pantalones de lana de color azul cielo, corre sin parar, abriéndose paso entre las coníferas que se interponen en su camino con el fin de evitar ser delatado por la claridad.

 

Malek es un hombre de complexión atlética, lo que denota un pasado lleno de actividades al aire libre. Tiene una pequeña cicatriz en la mejilla izquierda, justo donde las manchas de lodo se han acumulado, debido a que la noche está lluviosa y el terreno del lugar es pantanoso, sumado a la velocidad y la poca precaución que ha tenido al huir de aquellas personas que lo buscan incansablemente.

 

En sus ojos se vislumbra miedo, un miedo provocado por el trauma de las diversas torturas a las que fue sometido en aquel lugar de paredes blancas. Solo recuerda haber despertado atado de manos y pies en una plancha, mientras diversos personajes pasaban frente a él, murmurando un sinfín de cosas que no entendía. Solo sabía que estaba encerrado sin poder salir. Objetos punzocortantes se mostraban en una bandeja lustrosa cerca, y mientras los visitantes se ponían ropas claras y largas, señalaban aquellas herramientas que serían utilizadas en el sujeto de prueba.

 

La conciencia volvía a él de vez en cuando; el daño provocado por las incisiones y los electroshocks, además de un intenso dolor, le causaba desmayos recurrentes, solo para volver en sí un tiempo después y darse cuenta de que eso no había sido suficiente para ellos, que volverían a mostrar curiosidad sobre la anatomía de nuestro protagonista, dando rienda suelta a su intención maquiavélica.

 

Esto continuó por un tiempo indeterminado. Las paredes carecían de ventanas, por lo que no se sabía con seguridad cuántos días, semanas o incluso meses habían pasado; solo podía sentir que parecía una eternidad.

 

Durante este tiempo, fuera de sí, rememoraba los momentos con su familia: su esposa e hija, con las que disfrutaba pasar tiempo juntos. Eran el motor de su vida.

 

Los sueños con sus seres queridos provocaron en él una furia incontrolable; la sangre le hervía y sus músculos se tensaron. Fue entonces cuando el instinto de supervivencia salió a la luz. Un momento de distracción de los guardias fue suficiente para que, con toda la fuerza que pudo reunir, rompiera una de las correas que le ataba el brazo derecho. Con este libre, pudo desencadenarse completamente y así iniciar su huida, provocando en su camino una masacre.

 

Estos pensamientos pasaban por su mente mientras sus pies se hundían en el fango que pisaba con tanta prisa. La respiración se agitaba hasta el punto de sentir el pecho al rojo vivo. Nada de esto importaba si eso significaba conseguir su ansiada libertad.

 

No obstante, el ser humano tiene sus limitaciones. Los experimentos a los que fue sometido mermaron su salud, provocando que su cuerpo cediera; las piernas le empezaron a responder cada vez menos, aletargando su paso y colocándolo a una peligrosa distancia de sus perseguidores, que rápidamente se acercaban.

 

Oía el ladrido de los perros que lo buscaban con ansias, las pisadas de los guardias que estaban detrás de su rastro y sus voces… Escuchaba sus voces…

 

Cayó de rodillas cuando tropezó con una piedra que no vio. En cuanto se levantó, supo que estaba acabado. Rodeado de personas vestidas de color azul, esta vez con armas, le gritaban que se quedara donde estaba y que no hiciera ningún movimiento. Él, con las manos en alto y la respiración entrecortada, los veía desafiantes; de un momento a otro se formó un círculo casi perfecto alrededor suyo de personas que le apuntaban, tanto con linternas como con revólveres y fusiles, acercándose lentamente mientras pedían a gritos su rendición.

 

Con la poca energía que tenía, Malek sacó un cuchillo que tenía escondido en su bolsillo trasero y, gritando alguna incoherencia, se abalanzó hacia ellos, solo para ser abatido por más de diez balas que le atravesaron el cuerpo entero, terminando el acecho de una vez por todas.

 

(Se oyen sonidos de sirenas de patrullas de policía)

 

 

El oficial Denis se acerca al cuerpo de Malek; es el encargado de este caso. En sus manos tiene un folder con todos los documentos que el psiquiátrico le proporcionó. El perito llega justo para decirle que el cuerpo será levantado pronto, después del reconocimiento de campo, ya que no había mucho que recuperar.

 

Los ojos de Malek no muestran ningún signo de vida. La lluvia ha formado un charco alrededor de su cuerpo, por lo que este se tiñe rápidamente de un rojo intenso debido a la sangre derramada.

 

Tristán, el compañero de Denis, lo aborda con un cigarrillo en la mano, ofreciéndole uno de su propia cajetilla.

 

—Quién sabe qué habrá pasado para que este hombre reaccionara de esta manera; jamás había visto a alguien comportarse así —confiesa Tristán.

 

—Malek era un bombero que amaba su trabajo y tenía una bonita familia. Ya sabes, esposa e hija. —Denis le comenta al inexperto agente. —No fue sino hasta que, por alguna razón desconocida que empezó a escuchar voces… Alucinaciones auditivas, pero para él era muy real —Inhala un poco de su cigarro y continua —Al principio no eran nada más que ligeros susurros que escuchaba al otro lado del pasillo o en otra habitación. Pero conforme fue pasando el tiempo, se acercaron más y más, tanto que se volvieron claras y contundentes órdenes: “Mátalos a todos”. 

 

—No creo que sea tan fácil quebrar a un hombre con simplemente una sola oración. —Tristan levantó una ceja mientras contestaba —Era cosa de ignorarlo y ya, no debió escalar a tal extremo.

 

—Tienes que entender que no fue en solo una ocasión. Era todos los días, a todas horas. Los doctores piensan que pudo estar retumbando en su cabeza de forma frecuente durante meses antes de que este hombre se quebrara ante aquel mandato y lo llevara a cabo —Denis reprime a Tristan levantando la voz ligeramente.

 

—Justo después de hacerlo y darse cuenta de lo que pasó, entró en shock. Así fue como lo encontramos, sentado frente a los cuerpos de sus seres queridos llorando y gritando que no quería hacerlo, pero que ya no soportaba las voces —Denis repasa la escena que presenció el día que descubrió aquel crimen por lo que detuvo a Malek y llevado directamente al centro psiquiátrico del que escapó.

 

—Durmió durante 3 días seguidos solamente para despertar y pensar que lo teníamos encerrado en contra de su voluntad, el cabrón pedía a gritos que lo dejaran ir con su familia —decía Denis mientras pisaba su cigarrillo a medio terminar en el lodo de aquel bosque.

 

—El doctor afirma que se trataba de un caso claro de amnesia disociativa. No recordaba nada de lo que había hecho, y es por eso que huyó. No sabía que ya no tenía a donde volver —Tristan concluyó tirando la colilla de cigarro lejos de ellos, pero cerca de Malek…

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