Todos tenemos algún conocido/amigo/familiar que siempre se esta quejando de alguna enfermedad o dolencia; no obstante, realmente nunca vemos que tenga síntomas de esta, y solamente esta buscando algún tipo de tratamiento para curar este “mal imaginario”. Aunque no lo parezca, esta persona puede llegar a estar enferma, aunque no con el padecimiento del que tanto se lamenta, si no de HIPOCONDRÍA.
¿QUÉ ES LA HIPOCONDRÍA?
La hipocondría es un trastorno que se caracteriza por una preocupación excesiva y persistente por tener una enfermedad grave, a pesar de la ausencia de síntomas o la presencia de síntomas leves y vagos. Este trastorno puede tener un impacto significativo en la calidad de vida del individuo y en su capacidad para realizar actividades diarias.
Según el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5), la hipocondría ha sido redefinida como Trastorno de Ansiedad por Enfermedad. Esta categoría incluye la preocupación excesiva por tener o contraer una enfermedad grave, la interpretación errónea de síntomas corporales normales o leves, la búsqueda excesiva de atención médica y la evitación de situaciones que puedan ser percibidas como riesgosas para la salud.
Aunque parezca que todos tenemos algún tipo de grado de hipocondría, la prevalencia de la hipocondría en la población general es de aproximadamente el 5%. Además, se ha observado que esta prevalencia es mayor en mujeres que en hombres.
¿QUÉ TAN PELIGROSA PUEDE SER LA HIPOCONDRÍA?
En algunos casos extremos, la hipocondría puede llevar a comportamientos y pensamientos obsesivos y compulsivos. Por ejemplo, una persona que padece hipocondría puede pasar horas al día revisando su cuerpo en busca de signos de enfermedad o buscando información médica en internet. También puede evitar salir de su casa por miedo a contraer una enfermedad o a estar expuesto a situaciones que puedan ser percibidas como peligrosas.
En un caso extremo reportado en la revista médica The Lancet, una mujer británica de 32 años de edad desarrolló una obsesión con tener VIH, a pesar de que sus pruebas siempre habían sido negativas. La mujer pasó 14 años buscando atención médica, sometiéndose a pruebas y tratamientos innecesarios y aislándose de amigos y familiares. La mujer eventualmente fue diagnosticada con hipocondría y recibió tratamiento psicológico.
Otro caso extremo fue reportado en la revista The New England Journal of Medicine. Un hombre de 49 años de edad que había sufrido de ansiedad y depresión desde la adolescencia, desarrolló una obsesión con tener cáncer de pulmón, a pesar de que nunca había fumado y de que sus pruebas siempre habían sido negativas. El hombre llegó a someterse a varias cirugías innecesarias y a buscar atención médica en múltiples hospitales. Finalmente, fue diagnosticado con hipocondría y recibió tratamiento psicológico.
MITOS Y REALIDADES DE LA HIPOCONDRÍA
A pesar de que este trastorno es relativamente conocido, existe mucha desinformación con respecto a este. Aquí te dejo algunos mitos y realidades sobre esta enfermedad:
Mito: La hipocondría es solo preocupación excesiva por la salud.
Realidad: La hipocondría es un trastorno psicológico reconocido que causa una preocupación excesiva y persistente por tener una enfermedad grave, a pesar de la ausencia de síntomas o la presencia de síntomas leves y vagos.
Mito: La hipocondría es solo una forma de atención médica excesiva.
Realidad: La hipocondría es un trastorno de salud mental que puede tener un impacto significativo en la calidad de vida y en la capacidad para realizar actividades diarias.
Mito: La hipocondría solo afecta a las personas mayores.
Realidad: La hipocondría puede afectar a cualquier persona, independientemente de su edad, género o raza.
Mito: La hipocondría no se puede tratar.
Realidad: La hipocondría se puede tratar con una combinación de terapia psicológica y, en algunos casos, medicamentos.
Mito: Las personas que padecen hipocondría simplemente necesitan relajarse y no preocuparse tanto por su salud.
Realidad: La hipocondría es un trastorno psicológico y no es simplemente una cuestión de “relajarse”. Las personas que padecen hipocondría necesitan tratamiento y apoyo para manejar sus preocupaciones y mejorar su calidad de vida.
Mito: La hipocondría solo se desarrolla en personas que tienen problemas de salud física.
Realidad: La hipocondría puede desarrollarse en personas que están sanas y no tienen problemas de salud física.
Mito: La hipocondría es una forma de manipulación para obtener atención médica.
Realidad: La hipocondría es un trastorno psicológico real que causa un gran sufrimiento y no es una forma de manipulación.
DIFERENCIAS ENTRE LA HIPOCONDRÍA Y EL SÍNDROME DE MUNCHAUSEN
Tanto la hipocondría como el síndrome de Munchausen son trastornos relacionados con la salud, pero son distintos en su naturaleza y presentación.
La hipocondría se caracteriza por una preocupación excesiva y persistente por tener una enfermedad grave, a pesar de la ausencia de síntomas o la presencia de síntomas leves y vagos. Las personas con hipocondría suelen buscar atención médica frecuente y pueden ser difíciles de tranquilizar con los resultados de las pruebas médicas. El trastorno puede causar un gran sufrimiento emocional y puede interferir en la vida cotidiana de la persona.
Por otro lado, el síndrome de Munchausen es un trastorno en el que una persona simula o causa síntomas de enfermedad o lesión para obtener atención médica y simpatía. A diferencia de la hipocondría, la persona con el síndrome de Munchausen sabe que está simulando o causando los síntomas y busca atención médica de manera activa. El síndrome de Munchausen también puede involucrar la falsificación de registros médicos y la adopción de identidades falsas para obtener tratamiento médico.
¿SE PUEDE CURAR LA HIPOCONDRÍA?
El tratamiento para la hipocondría generalmente incluye una combinación de terapia cognitivo-conductual (TCC) y medicación.
La TCC se enfoca en ayudar a la persona a identificar y cambiar sus patrones de pensamiento y comportamiento relacionados con la preocupación excesiva por la salud. El objetivo es ayudar a la persona a aprender a manejar sus pensamientos y emociones de manera más efectiva y a desarrollar estrategias para afrontar la ansiedad.
La medicación, como los antidepresivos, puede ser recetada para tratar la ansiedad y la depresión asociadas con la hipocondría. Los medicamentos ansiolíticos pueden ser recetados para reducir la ansiedad, pero deben ser utilizados con precaución debido al riesgo de dependencia y abuso.
Además, la educación sobre la salud y la prevención de enfermedades también pueden ser útiles en el tratamiento de la hipocondría. Un médico o un profesional de la salud mental puede ayudar a la persona a entender mejor los síntomas físicos y a reconocer la diferencia entre síntomas reales y preocupaciones excesivas.
Es importante señalar que el tratamiento de la hipocondría es un proceso individualizado y puede requerir tiempo y paciencia para lograr una mejora significativa. Es esencial trabajar con un profesional de la salud mental calificado para desarrollar un plan de tratamiento adecuado.